Estoy contigo... en el desaprender, en el olvido …
- Agora Tudela
- 28 ago 2024
- 2 Min. de lectura
El olvido parece ser, según nos cuentan, un proceso natural, pero es fácil resistirnos a él. Nos aferramos a recuerdos, a objetos y a personas que ya no están presentes en nuestras vidas.

Sin embargo, hay quien dice que acompañar el olvido puede llegar a ser una experiencia casi hasta liberadora.
Al permitir que esos recuerdos, ese contenido mental acumulado en el tiempo se vaya,
también estamos dejando espacio para crear nuevos momentos, aunque ya no puedan ser retenidos.

Acompañar el desaprender no tiene por qué ser una experiencia negativa. Al aceptar su inevitabilidad y compartir nuestro sentir con los demás, podemos liberarnos de esa carga del pasado y crear espacio para el momento presente, para esa única realidad que nos sitúa en este mundo.
El olvido cuando sucede, cuando entiendes está sucediendo resulta desestabilizador, aterrador e incluso a veces indescriptible la sensación de conectar con esa especie de vacío no buscado.
En la mirada de quien ya no guarda todo todavía queda el resquicio de la luz que hubo y cuando esta luz desaparece pareciera que la frialdad de la noche se apodera de su cuerpo físico.
Pese a ello acompañar el olvido es vivir en el amor, en la compasión, esa experiencia de quien dejando la luz del recuerdo todavía genera en mi la ternura y el deseo de abrazar aún con la desesperanza de recoger en el momento la intensidad de ese calor que se desvanece casi sin ser percibido, ni sentido.
Acompañar el olvido te sitúa en una dimensión distinta, permite acercarte como testigo al origen de la nada, al origen de un ser nuevo casi cada día. Aprender a amarlo, a respetarlo, a escucharlo aún sin el habla es un reto cargado de emoción. Cada día es un regalo que esta vida nos ofrece a ambos, una oportunidad para aprender a vivir de otra manera, para usar otros modos de comunicación que sin palabras le digan te quiero, te acompaño, no espero que me hables, tan solo estoy aquí contigo.

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